martes, 23 de abril de 2013

La orilla donde ríen los locos

José Gutiérrez Solana, Recogiendo a los muertos, 1937
La Segunda República fue una democracia con graves carencias, pero que posibilitó elecciones libres y alternancias políticas. La población, aunque cada vez más politizada, no respaldó de forma masiva ninguna de las numerosas intentonas revolucionarias y golpistas, independientemente de su orientación: con la significativa excepción de la revolución de Asturias, sólo se lanzaron a la calle para tomar el poder una minoría de los anarquistas, de los derechistas, de los socialistas o de los catalanistas.

El golpe militar de julio de 1936 fracasó también, pero sólo hasta cierto punto: el gobierno formado por republicanos de izquierdas lo derrotó, pero sólo en ciertas regiones. Este doble fracaso supone el triunfo, en ambos bandos, de los elementos más extremistas, de los partidarios del todo o nada, de los que consideran periclitada la legalidad liberal, de los que están ansiosos por implantar su fórmula perfecta para resolver de una tacada todos los problemas de la sociedad española. En las dos Españas serán ellos los catalizadores del resto de la población, empleando a fondo dos herramientas básicas: la propaganda y la represión.

La Guerra Civil supone el fin de la democracia: es llamativo que en ambas zonas se celebran con entusiasmo los aniversarios de su inicio. En la España gubernamental triunfa una revolución social de signo anarquista y marxista, con una difícil convivencia interna. En la España sublevada se establece pronto una dictadura personal que, ideológicamente, se apoya en elementos tradicionalistas y falangistas.

La evolución de la guerra y su resultado final será consecuencia de estos y otros factores, y especialmente de la compleja situación internacional de fines de los años treinta. La Unión Soviética de Stalin, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini se implican profundamente en el conflicto, apoyando los primeros a los autollamados republicanos, y los otros dos a los autodenominados nacionales. Paradojas de la historia: apenas unos meses después de terminada la guerra civil, los irreconciliables comunistas y nazis se reconcilian, y se ponen de acuerdo... en repartirse Europa oriental. Es el inicio de la Segunda Guerra Mundial.



Para las PAU corresponde preparar:

Tema 6: La guerra civil de 1936-1939.

Texto: La guerra civil de 1936-1939 [Texto de Paul Preston].
La investigación local en España y en otros lugares ha enriquecido nuestra perspectiva sobre la crisis de los años treinta y también ha subrayado uno de los dos factores fundamentales de la Guerra Civil española: en sus orígenes, consistió en una serie de enfrentamientos sociales españoles, y muchos de los problemas que surgieron en la zona republicana derivaron de una resolución incompleta de algunos de esos conflictos. Los investigadores españoles y extranjeros han contribuido a confirmar la otra verdad fundamental sobre la guerra: durante la misma y tras ella, constituyó un episodio más en la gran Guerra Civil europea que acabó en 1945. La derrota final de la República española se produjo después de un cerco constante de tres años durante los cuales se vio asediada desde fuera y desde dentro; desde fuera, por las fuerzas del fascismo internacional y sus cómplices inconscientes entre los Estados democráticos y, desde dentro, por las fuerzas de la extrema izquierda que antepusieron sus ambiciones revolucionarias al propósito de realizar un esfuerzo bélico centralizado.
P. Preston, La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la guerra civil, Barcelona, Península, 1999, pp. 11-12.


Para saber más

Legislaciones durante la guerra civil española. Los dos bandos enfrentados tuvieron necesidad de dictar novedosas disposiciones legales para organizar (según nuevos principios) la vida en la retaguardia y en el frente.

Canciones de la Guerra Civil. En los dos bandos se establecieron nuevos himnos oficiales o semioficiales. Pero las necesidades propagandísticas favorecieron una floración musical extraordinaria, de la que aquí se presenta una selección en mp3.

Tierra de España es un excelente documental propagandístico realizado por Joris Ivens en 1937, con guión y locución de Hemingway. Aquí se presenta la primera parte. El resto, en YouTube.


Defensores de la fe, realizado por el también norteamericano Russel Palmer en 1938, es otro excelente documental propagandístico de signo contrario. Al igual que con el anterior, sólo presento la primera parte.



Nota: el título de esta entrada procede (con una ligera modificación) de la muy recomendable novela titulada Crónica del Alba, del más prolífico autor aragonés del siglo XX, Ramón J. Sender.

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